La pandemia vinculada al Covid-19 ha tenido impactos significativos en el sector energético y en la rutina diaria de la sociedad que en el camino hacía una vacuna, sigue adoptando cambios que van desde el uso de un cubre bocas y una careta, además de la práctica recurrente del home office, que hará todavía más lenta la recuperación de la demanda en la era posterior a la contingencia sanitaria.
Para hablar del futuro y los retos que se avecinan, es prioritario regresar al origen de las cosas y así poder evaluar las huellas que deja a su paso una situación como la que vivió el mundo entero a causa del virus SARS CoV-2.
La moderación de este tercer panel titulado Panorama del sector energético después de Covid-19, estuvo a cargo del periodista de energía y telecomunicaciones, Adrián Arias.
Para Erick Sánchez Salas, director asociado de Negocios para la División de Energía de IHS Markit en México, el principio de la crisis en el sector energético y en México no fue del todo causada por el coronavirus, sino que comenzó desde el desarrollo tecnológico, la optimización de costos, e incluso, la apuesta por el shale y el fracking, contribuyeron a la creación de un mercado de sobre oferta de crudo.
“Con los primeros casos de Covid-19 en China se cae el principal consumidor de energía, entonces hubo una sobre oferta y una caída en la demanda; la pandemia vino a empeorar las cosas, pero el problema ya estaba ahí”, resaltó durante su participación en el pasado Encuentro Internacional de Energía (EIEM).
Bajo la óptica de Sánchez Salas, la recuperación de la demanda será gradual, e incluso, citó análisis más especializados que destacan un “factor de destrucción de la demanda” ante los cambios de rutina en la movilidad para evitar el contagio del virus.
Óscar Ocampo, líder de Proyectos de Energía del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), concordó con la premisa de que la crisis de México, en particular, tampoco derivó de la pandemia.
“La economía ya estaba en recesión y con una tendencia a la baja en la demanda; los niveles de bienestar que teníamos en 2019 tardarán varios años en recuperarse”, adelantó.
En la parte energética, Ocampo consideró la contingencia sanitaria como un parteaguas que aceleró la transición a una vida con una menor huella de emisiones en pro del cambio climático.
“Haya o no confinamientos, ya hubo un cambio de paradigma, una transformación estructural que definitivamente implica un menor uso de hidrocarburos y una mayor electrificación de la economía”, finalizó.
Marcial Díaz Ibarra, presidente de la Asociación de Regulados del Sector Energético (ARSE), puso sobre la mesa el cómo México ha sido golpeado tanto por la pandemia, la crisis económica, pero también por la ideología del actual gobierno.
Reconoció que en este 2020 no se puede hablar de una Reforma Energética, sino de una legislación vigente a la cual, aunque no se le ha movido ni una sola coma, ha frenado un sector que venía en franco crecimiento y había dado apertura a los privados.
“Hoy todo lo privado pareciera que apesta, todo lo que deriva de ellos pareciera tener esa connotación dentro de la nueva visión de la política energética”, subrayó Díaz Ibarra.
Para Miriam Grunstein, senior partner en Brilliant Energy Consulting, el tema asociado al Covid-19 es grave, pero aún más el cómo el gobierno lo ha estado manejando en un contexto de sobre oferta en los mercados globales y donde se le apuesta a una empresa petrolera que, en sus palabras, se encuentra ‘entubada’.
“Es tiempo de ‘desconectar’ a Pemex y convertirlo en otra cosa; hay que hacer una selección muy cuidadosa de activos y pensemos en alianzas público-privadas”, advirtió la consultora.
En esa línea, Díaz expresó que a Pemex se le está apostando como siempre y está perdiendo como nunca. “Cada año son más las pérdidas que tiene Pemex y se está metiendo en unos modelos de negocio que con tal de seguir reteniendo mercado, no le importa perder dinero”.
Por su parte, Sánchez Salas consideró preocupante el destino final de esas inversiones hacia Pemex, siendo la empresa petrolera más endeudada.
“Hay manera de salir de esa crisis, Petrobras lo hizo cambiando el rumbo; desinvirtió en sus refinerías y en su brazo comercializador de combustibles para invertir en lo que más le daba rentabilidad, que es la extracción de hidrocarburos”, concluyó.