Por: Armando Flores
Las metas de contenido nacional en la industria petrolera no se pueden ni deben modificar por decreto, pues la incorporación de un mayor número de proveedores locales debe ser una decisión que tenga sentido de negocio, consideraron autoridades y empresarios que participaron en el panel Desarrollo de Proveedores en el sector Oil & Gas, del Encuentro Internacional de Energía México (EIEM) 2018.
“Cuando nuestros proveedores estén listos para exportar y competir a escala global, será la señal de que el desarrollo de proveedores para contenido nacional funcionó”, aseguró Karla Torres, responsable de Contracting and Procurement de Shell México.
La empresa internacional está habituada a trabajar con proveedores de todo el mundo, opera en más de 80 países, y en México, tiene oficina de suministro estratégico, incluso antes de la Reforma Energética.
Torres aclaró que las decisiones de compra de su empresa responden a objetivos de negocio. Trabajan con proveedores locales y los desarrollan porque a Shell le conviene tener una cadena de suministro confiable, cercana a sus operaciones, que le ayude a mejorar sus tiempos de entrega y eficiencia.
Consideró que no se deben modificar los porcentajes de contenido nacional que exige el gobierno con el afán de que más empresas mexicanas se beneficien de la demanda de bienes y servicios de la industria petrolera de manera artificial.
Sería crítico, enfatizó, tomar una medida de éstas, por ejemplo, en aguas profundas, una actividad donde las empresas operadoras no saben con certeza qué oferta mexicana pueden encontrar.
Podría replicarse lo que pasó en Brasil, opinó, donde se llegaron a poner porcentajes muy altos que no se pudieron cumplir, se desvirtuó el esfuerzo por desarrollar empresas locales y se generó corrupción.
Merlín Cochran, director general adjunto de Exploración y Extracción de la Secretaría de Energía (Sener), destacó que todavía no hay evidencia empírica para determinar si los porcentajes que fijó la Reforma Energética en contenido nacional fueron los adecuados.
Por lo tanto, no se deben establecer nuevas reglas hasta no tener los datos y entender lo que ha sucedido.
Si bien ya se tiene el reporte de tres años, de 2015 al 2017, un primer paso es verificar la información antes de tomar decisiones, además de considerar que la Reforma Energética todavía es muy joven.
También trajo a colación el ejemplo de Brasil, donde el contenido nacional fungió como variable para la adjudicación de proyectos, luego le pusieron mínimos y máximos, y después de varios años llegaron a bajarla. “Ahora están flexibilizando las reglas y con un simple cambio para (permitir) atraer cascos de Asia (para barcos), pudieron liberar 1.8 millones de barriles”.
Manuel Alegría, director de Administración y Procesos Contractuales de Petrobal, consideró que incrementar las metas de contenido nacional sería delicado: “Si establecen metas muy altas, no se podrán lograr. Sería un problema muy serio, porque estos proyectos no son de un día para otro, requieren un tiempo de maduración; tenemos que mantener un programa con metas. En suma, es necesaria una mayor certidumbre”.
Argumentó que “para que las empresas puedan fortalecerse y mejorar, requieren mantener el personal, pero no se puede mantener si el proyecto es de corto plazo. Si es de mediano o largo plazo, es posible capacitar al personal, lo pueda mantener y conservar, de lo contrario hay que recortar”.
Y añadió: «El nuevo gobierno debe ser pragmático, ver lo que tenemos y hacia dónde queremos ir, y a partir de eso, tomar nuevas metas”.
Juan Eduardo Balboa Velazco, director general de Fomento de Cadenas Productivas e Inversión en el Sector Energético de la Secretaría de Economía (SE), presumió que la Reforma Energética dejó toda una estrategia de políticas públicas para incorporar contenido nacional a esta actividad industrial.
Entre los logros, resaltó que el gobierno saliente dejó un registro de proveedores activo, real y con muchas mejoras, con un total de 1,900 empresas, de la cuales 1,000 son del sector energético.
Hay un marco de entendimiento que establece los estándares de la industria, para que quienes quieren convertirse en proveedores sepan qué requieren. También remarcó el Fideicomiso para fondear a las empresas interesadas.
Torres, de Shell, destacó lo que a su juicio son las áreas de oportunidad para la proveeduría mexicana: «Seguimos batallando con el tema de seguridad industrial, que no permea a nivel industrial, cuando es un sector que se toma como bandera”.
En tanto, en ética y gobernanza corporativa, las compañías no tienen un sistema que funcione de manera consistente. “Si bien la mano de obra mexicana tiene un desempeño destacado en algunos oficios, como los soldadores, hace falta el manejo de equipos más sofisticados”.
Por último, concluyó que todavía las empresas chinas son más productivas que las mexicanas: “Hemos visto qué nos falta: China al tener con consistencia un proyecto tras otro, sus empresas no tienen que pasar por tantas curvas de aprendizaje, lo que significa que necesitamos certidumbre, que continúen las políticas para que sigamos teniendo de manera consistente proyectos en el mercado».